La siguiente conversación aconteció el pasado verano. Mientras Enara jugaba, yo esperaba plácidamente sentado en un banco. En eso que se le acercó un renacuajo de su edad:
- ¿Has venido sola?
- No -contestó Enara-, he traído a mi papá.
Y el caso es que la no iba desencaminada, porque lo que es por mi prefería estar en otro sitio.
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