Confieso que el otro día casi se me saltan las lágrimas escuchando la radio de camino al trabajo. Fue antes de nosequé votación de nuestros ilustres políticos y politicas, a cuenta de los recortes del gasto. O algo así.
De verdad, fue precioso. Especialmente cuando el pavo que representaba al pepé, con su mejor voz de créeme que te lo digo en serio, dijo que él tenía un papá pensionista, y que no podía permitir que le congelasen la pensión y luego mirarle a la cara.
Hay que ser falso, por no decir otra cosa, para soltar eso y que no se le caiga la cara de vergüenza. Pero claro, como somos gilipollas, y él sabe que somos gilipollas, lo dijo con total, impunidad sabiendo que más de uno y más de dos iba a pensar en lo buen hijo que está hecho este señor. Que siempre piensa primero, y por ese orden, en los pensionistas y los funcionarios, y después en el resto de cosas -recalificaciones, comisiones, trajes, congelar el sueldo de los funcionarios durante varios años, etcétera-. Que estoy seguro que si, que es un gran hijo.
No me cuesta imaginarme al pobre papá de este señor, jubilado con 70 años después de haber estado 50 tirando cañas tras la barra de un bar, barriendo calles o trabajando en el campo con sus mulas y su azada, sin un mendrugo que llevarse a la boca porque el otro imbécil, el de la ceja, le ha congelado la pensión.
Lo dicho, qué gran hijo.
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2 comentarios:
Josema dixit... ;-)
Rafa.
Muy bueno Jose. ;)
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