Confieso que el otro día casi se me saltan las lágrimas escuchando la radio de camino al trabajo. Fue antes de nosequé votación de nuestros ilustres políticos y politicas, a cuenta de los recortes del gasto. O algo así.
De verdad, fue precioso. Especialmente cuando el pavo que representaba al pepé, con su mejor voz de créeme que te lo digo en serio, dijo que él tenía un papá pensionista, y que no podía permitir que le congelasen la pensión y luego mirarle a la cara.
Hay que ser falso, por no decir otra cosa, para soltar eso y que no se le caiga la cara de vergüenza. Pero claro, como somos gilipollas, y él sabe que somos gilipollas, lo dijo con total, impunidad sabiendo que más de uno y más de dos iba a pensar en lo buen hijo que está hecho este señor. Que siempre piensa primero, y por ese orden, en los pensionistas y los funcionarios, y después en el resto de cosas -recalificaciones, comisiones, trajes, congelar el sueldo de los funcionarios durante varios años, etcétera-. Que estoy seguro que si, que es un gran hijo.
No me cuesta imaginarme al pobre papá de este señor, jubilado con 70 años después de haber estado 50 tirando cañas tras la barra de un bar, barriendo calles o trabajando en el campo con sus mulas y su azada, sin un mendrugo que llevarse a la boca porque el otro imbécil, el de la ceja, le ha congelado la pensión.
Lo dicho, qué gran hijo.
lunes, 31 de mayo de 2010
jueves, 27 de mayo de 2010
Enara Dixit: Guardar un secreto
El otro día fue el cumpleaños de mamá, así que Enara me ayudó a preparar una tarta -sin gluten- y a comprar un par de regalos. Aunque sabía que no iba a servir de nada, le insistí en que era un secreto y que no se lo tenía que decir a mamá.
Una vez en casa oímos cómo se abría la puerta de la calle y así que fuimos a saludarla y a felicitarla, Enara al grito de:
- ¡¡¡ Mamá, te hemos comprado ... !!!
- Ssssshhhhhhh -le dije yo para que se callara, y bajando mucho la voz-, no le digas nada.
A lo que ella termino la frase, también en susurro:
- Un gorro.
Y ya satisfecha por el deber cumplido, mientras yo me partía de risa, terminó con un:
- Papá, ¿podemos sacar ya la tarta?
Total, una sorpresa para qué.
Una vez en casa oímos cómo se abría la puerta de la calle y así que fuimos a saludarla y a felicitarla, Enara al grito de:
- ¡¡¡ Mamá, te hemos comprado ... !!!
- Ssssshhhhhhh -le dije yo para que se callara, y bajando mucho la voz-, no le digas nada.
A lo que ella termino la frase, también en susurro:
- Un gorro.
Y ya satisfecha por el deber cumplido, mientras yo me partía de risa, terminó con un:
- Papá, ¿podemos sacar ya la tarta?
Total, una sorpresa para qué.
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