La historia empezó con la capa base de la piel, luego unos días sin pintar por falta de ganas, después unas contracciones, un parto, una niña preciosa, y el pintado lo he seguido hace unos días. Realmente han sido como cuatro horas, pero con un gran descanso entre el inicio y el final.
Estos son los nuevos valientes que pasan a engrosar la lista de mis compañías libres, incluido el caballero del lobo blanco retirado. Y es que, según han dejado las reglas en la última edición, no le ha quedado otra opción que dejar el martillo a dos manos y sacar su viejo trabuco. Y no es el único en mi ejército que ha dejado el caballo por la granja.