Y es que este tío es la pera. Dicen que todos los presidentes de aquel país utilizan la segunda legislatura para hacer algo que lo recuerden los libros de Historia. La verdad, éste ya había hecho más que suficiente en este sentido con la Guerra de Irak. Pero le ha debido saber a poco, así que se ha pedido también el record del Presidente que ha dejado su país -y la economía mundial- hecha unos zorros.
Tampoco sus asesores económicos le han ayudado mucho, que esa es otra. Porque para mi, los economistas son como los meteorólogos, pero con mayor caché por el mismo acierto.
No hay más que escuchar a los expertos y tener un poco de memoria. El otro día sin ir mas lejos, después de un repunte espectacular de la Bolsa decía uno de estos expertos que habíamos superado la barrera psicológica de los 11400 -que me pregunto yo qué valor mas raro es ese, pero bueno-, y que ya íbamos como la espuma hasta el infinito y más allá. Es una pena que los de la bolsa no le hicieron mucho caso, porque ni barrera psicológica ni leches. Adivino lo que diría luego: Ni el ni nadie podía prever que el banco _ponga_aquí_su_nombre_ iba a quebrar y eso lo cambia todo, y etcétera.
Con estas y otras perlas, viene al dedillo esa definición tan conocida:
Un economista es alguien capaz de explicarte mañana porqué no se ha cumplido hoy la predicción que hizo ayer.
En honor a la verdad, al único que le escuché hacer una predicción que se ha cumplido fue a Ramón Tamames cuando teníamos el petróleo a 150 USD. Dijo que el barril estaría a esos precios hasta que Estados Unidos entrase en recesión, y que para esto faltaban dos meses mal contados. Han pasado dos meses, las cosas están como están, y el petróleo en 100. Ya veremos por cuánto tiempo.
Sobre las maravillas del maravilloso sistema capitalista, y lo maravillosamente bien que se regula a sí mismo, hablaré en otra entrada.